El detonante

Mi autoestima se fue al subsuelo, del chico con el ego en las nubes no quedaba rastro“.

Todo comienza en 2020, un año bastante traumático para la mayoría, creo que unos cuantos quisiéramos borrar ese año de nuestra memoria, fue un año con muchos cambios.

Todo comienza en 2020, un año bastante traumático para la mayoría, creo que unos cuantos quisiéramos borrar ese año de nuestra memoria, fue un año con muchos cambios. La pandemia, y sobre todo el confinamiento, dejó marcados a varios y entre esos varios estaba yo, un chico de 15-16 años con una vida social demasiado activa, seguro de sí mismo y con el ego en el cielo. En marzo de ese año, sin embargo, todo cambió para mí.

Mi seguridad era algo que me caracterizaba y se fue esfumando poco a poco, en cuestión de semanas ya no existía, el chico activo socialmente también desapareció y todo lo que fui en algún momento se extinguió por completo, la constante comparación en redes sociales con otros chicos me fue consumiendo poco a poco, pero claro, no hacía nada en esos días.

Las clases virtuales eran la excusa perfecta para quedarme dormido, mi único refugio eran las redes sociales y la constante comparación con modelos, creadores de contenido y demás, lograron consumirme totalmente. Mi autoestima se fue al subsuelo, del chico con el ego en las nubes no quedaba rastro. Comencé a refugiarme en la comida, a deprimirme cada vez más sin querer salir de mi habitación y por primera vez en mi vida me encerré en una burbuja. 

“las clases virtuales eran la excusa perfecta para quedarme dormido, mi único refugio eran las redes sociales y la constante comparación con modelos, creadores de contenido y demás, lograron consumirme totalmente.”

Cuando llegó el 2021, con mi baja autoestima, no podía ni mirarme al espejo, odiaba con toda mi alma al chico que veía ahí, me sentía la persona más miserable del mundo, es algo que definitivamente no se lo desearía a nadie. El dolor de verme al espejo y que no me gustara nada de lo que veía, llegaba hasta el punto de llorar y tapar el espejo de mi cuarto con tal de no ver mi reflejo.

En el mes de Julio era muy notable que había cambiado físicamente y mi familia me recordaba todos los malditos días lo gordo que estaba. Las personas no miden los comentarios y el impacto que pueden tener en la vida de los demás; definitivamente fueron el detonante para algo que me dejó marcado y el comienzo de un TCA (Trastorno de Conducta Alimentaria). La ansiedad y depresión, la diagnosticaron el 15 de agosto del 2021.

Admiro y creo que fue muy valiente de mi parte buscar ayuda, le conté a un familiar y él no dudó en ayudarme, hasta el día de hoy es algo de lo que mis papás no están enterados. Supongo que no quise, ni quiero darles dolores de cabeza, mi obsesión con bajar de peso llegó al nivel más alto. Inicié con varios métodos caseros, pero al ver que ninguno funcionaba, me fui por la opción más “fácil” para mí en ese momento: dejar de comer.

Llegué al extremo y en cuestión de 4 o 5 meses, mi peso pasó de 78 kg a 65 kg, algo nada saludable, podía pasar días sin comer nada sólido, comencé a tomar pastillas para dormir y poder saltarme las comidas; cosas que jamás volvería repetir. Es un momento de mi vida que me duele contar todavía, mi ansiedad aumentó, tenía crisis constantes y mi depresión me consumió. No quedaba casi nada del chico feliz y seguro, solo eran un par de ojeras y una sonrisa falsa para disimular todo lo que estaba viviendo. Mis pensamientos me atormentaban día a día, era como el típico diablito que está en el hombro de alguien en las caricaturas, pero lo mío no era un diablito, era una tormenta negra que le quitaba el color a mi vida. No sé cómo pude aguantar tanto tiempo sin contarle a nadie y sobre todo vivo. 

El 28 de octubre, una persona iluminó y salvó mi vida; era un chico bastante extrovertido, con cabello ondulado. Me desahogué, logré contarle absolutamente todo lo que me pasaba en ese momento tan oscuro de mi vida, no tuve problema contándole mi vida a alguien que casi no conocía, y creo que fue lo mejor que me pudo haber sucedido en cuestión de meses.

Mi ánimo mejoró, comencé a ir a terapia, aquella persona me motivó a comer, mi seguridad iba aumentando lento pero seguro, mi TCA se fue esfumando y aunque esa persona ya no forma parte de mi vida, fue mi super héroe en esta historia, estaré agradecido profundamente y lo recordaré con todo el amor del mundo porque él fue la única persona que me entendió y la única con la que fui capaz de abrir mi corazón completamente. Fue quien me dio un pequeño empujón para hoy estar vivo y mucho mejor que hace un par de años.

No les diré que ya estoy bien del todo porque estaría mintiendo, pero en definitiva estoy mucho mejor, con más ganas de vivir y salir adelante. Aún quedan muchos traumas y problemas por superar, pero soy lo suficientemente valiente para seguir luchando contra ellos y hoy abro las puertas de lo más profundo de mi corazón para contarles esta pequeña historia, la pandemia me afectó, pero también me ayudó a descubrirme y sanar.

Por: Anónimo
Co: Daniela Vidal Fernández

Estudiantes del programa de Comunicación Social y Periodismo

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