Defensa desde la voz de la decisión
Gabriela Campo es estudiante y monitora de Psicología de quinto semestre de la Universidad ICESI de Cali-Colombia, perteneciente al movimiento “Costilla de Eva”, cuyo objetivo es apoyar la decisión y derecho al aborto.
Este movimiento nace desde el año 2020 y su iniciativa gira en torno a guiar, desde la legalidad, a las personas que deseen escoger el aborto como una opción para un embarazo no deseado. Desde esa perspectiva, el movimiento busca igualmente exigir y luchar por el respeto a la mujer. Y es que, como lo expresa Gabriela, a la mujer siempre se le ha castigado por vivir una sexualidad activa, de ahí que el movimiento se centre en temas en los que se comprenda que hoy en día hay diferentes propuestas para abordar el pensamiento femenino, no sólo desde una minoría, sino para asumir en la práctica los asuntos que desde hace tanto tiempo se vienen reivindicando respecto a la mujer, con la “totalidad de las mujeres, llámense o no feministas” (Juana Gallego).
Indudablemente, uno de esos asuntos por los que hay seguir luchando, es el de la sexualidad, pues, como afirma Gabriela, “estamos en un país donde falla la educación sexual. Ésta se centra en la prohibición de tener relaciones sexuales y no en tener como prioridad la enseñanza educativa de anticonceptivos, métodos de barrera para prevenir un embarazo NO deseado, etc.”. Situación que, claro está, lleva a que, por ejemplo, “4.268 niñas entre 10 a 14 años y 109.823 adolescentes entre 15 y 19 años” se conviertan en madres, tal como se ve reflejado en la Nota estadística del año 2020 sobre “Nacimientos en niñas y adolescentes en Colombia” del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE.
Por supuesto, tal situación conduce, a su vez, a que en el país se desarrollen prácticas de interrupción voluntaria del embarazo que, hasta antes la despenalización del aborto hasta la semana 24 por parte de la Corte Constitucional, oscilaban en 400.400 abortos inducidos cada año. La cuestión, como bien es sabido, es que los procedimientos clandestinos con los que se venían abordando las interrupciones de embarazo, han generado, adicionalmente, problemas de salud o muerte de las mujeres. La vida de la mujer es sin duda relevante, pero más allá, su salud mental y emocional, incluso si opta por seguir con el desarrollo del embrión de un embarazo no deseado.
Lo impresionante aquí, es justamente que pocas personas velan por la vida y salud mental de la mujer ante un embarazo en el que su vida “puede llegar a peligrar, o pudo ser resultado de violación, o de hecho puede ser que la mujer haya estado construyendo su proyecto de vida y en ese instante no se ve con un infante”, expresa Gabriela. Cuestiones todas importantes, partiendo del hecho de que un aborto es un procedimiento que consta del retiro de embrión o feto y la placenta del útero, sea por medicación o por cirugía y que implica un riesgo para la mujer, de acuerdo a las condiciones en las que se realice, pero además deja unas secuelas tanto físicas como emocionales, las cuales se profundizan si el aborto es ilegal y clandestino.
Es por eso que, si bien la decisión de una interrupción voluntaria de embarazo es personal decisión de interrumpir el embarazo, se hace necesario un mínimo de condiciones, por parte del estado, para velar por la mujer y su salud. Ahora, vemos, se ha seguido un proceso de causa justa, consiguiendo así un aborto legal, gratuito y seguro. Y así mismo esperando la despenalización del código penal.
“Estamos en un país donde falla la educación sexual. Ésta se centra en la prohibición de tener relaciones sexuales y no en tener como prioridad la enseñanza educativa de anticonceptivos, métodos de barrera para prevenir un embarazo NO deseado, etc.”
Gabriela Campo
Llamándolo así un avance total, sobre pensamiento. Es cierto que no es la despenalización como tal la que desaparecerá las problemáticas en torno a la sexualidad de la mujer, pero desde ese punto de partida es imperioso que haya educación en muchos niveles, porque no se trata solo de crucificar a la mujer y quitarle el poder de decidir sobre su cuerpo, sino, más bien, de hacer conciencia de los temas relevantes para poder traer hijos deseados, esperados, amados, antes y después de su nacimiento, PLANEADOS. Eso significa dar a ese hijo posibilidades y una buena calidad de vida. Un hijo no planificado puede que cobre un precio emocional a la madre tanto como al hijo.
La madre puede que en un futuro tenga secuelas psicológicas, de las que muy pocas veces se desea expresar. Y/o muchas veces, en el caso del padre, muy a menudo se desentiende con el cuidado y manutención del niño o adolescente. En todo caso, esta lucha es para todas y por todas las mujeres. Para que sean tomadas en cuenta en todo, principalmente sobre sí mismas. Para que sean escuchadas las miles de voces que piden y reclaman igualdad, para que pueda ser posible una voz desde la decisión.
Por: Lina Isabel Concha Valenzuela
Mi nombre es Lina Isabel, tengo 20 años, actualmente estoy estudiando Comunicación Social y periodismo, cursando séptimo semestre. En mi tiempo libre me gusta practicar la natación, siento que es una forma de sentirme completamente en paz. En un futuro, deseo especializarme en periodismo deportivo, y así mismo poder combinarlo con todo lo que he aprendido a lo largo de esta carrera.