Descaro de mujer

Siempre que quiero o debo elegir un tema sobre el cual hablar, por lo general prefiero que sea sobre mujeres, porque es sobre lo que más sé (aunque sigo aprendiendo) y sobre lo que más tengo que opinar. También me gusta hablar de feminismo porque creo que estos temas están estrechamente ligados y porque desde que soy una niña empecé a comprender las implicaciones de estar viva y la necesidad de hacerlo sin miedo.

Históricamente, ser mujer ha estado relacionado con cosas poco agradables, desde la condena divina por comer del fruto prohibido, hasta ahora, cuando hablar de libertades e incluso feminismo se volvió razón de críticas ignorantes que enaltecen toda esa brecha de violencia en la que siempre hemos estado.

Doña Ruby junto a su esposo Fernando posan en su negocio ubicado en la Galería “La 13” de Popayán

Se podría decir que las mayores muestras de represión iniciaron cuando Olympe de Gouges decidió escribir la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” en plena revolución francesa, vinculando de manera pública a todas las mujeres como figuras dignas de derechos. Como resultado y de manera poco sorpresiva, fue condenada a la guillotina porque era imposible que una mujer realizara semejante osadía. Ese descaro empezó a expresarse un poco más con el paso de los años y más aún desde que se concertó que el mismo feminismo debía ampliar sus barreras para poder resguardarnos a todas, porque las desigualdades sociales se han dado y se siguen dando desde muchos puntos. Flora Tristán nos regala una frase emblemática en la que se ve plasmada esta realidad: “La mujer es la proletaria del proletariado”. Es decir, se hablaba de feminismo, pero se discriminaba por la clase social, se esclavizaba por el color de piel, se restaba importancia por la edad y se excluía por la orientación sexual.

El principal problema con esto es que, trayéndolo a un contexto actual, todavía cuesta declararse feminista porque todo nuestro entorno tiene cimientos patriarcales que se sembraron desde un inicio y deconstruir a una sociedad entera no solo es tedioso, sino también desgastante por cada barrera instituida. Sin embargo, el feminismo busca seguir dejando en claro que todos somos una misma parte y que los derechos y las oportunidades no se negocian.

Este no es un tema sencillo sobre el cual se pueda conversar, pero sí es algo necesario que se debe empezar a aclarar lo más pronto posible, ya que si lo pensamos detenidamente, en un mundo justo el feminismo no debe estar presente, porque cada ser humano sería tomado en cuenta equiparando y validando pensamientos, palabras e incluso emociones que contribuyan al sano desarrollo común.

Uno de los acontecimientos que más me dio claridad sobre esa exposición que tenemos como mujeres fue en el 2016, cuando a través de una cuenta de Twitter llamada Estereotipas, se realizó una campaña con el hashtag #Miprimeracoso; éste buscaba que las mujeres contaran su primera experiencia de este tipo. Los resultados y comentarios eran aterradores porque la mayoría mencionaba que este tipo de violencia empezó cuando tenían menos de diez años y no puedo dejar de creer en lo espantoso y contundente que ha sido para todas ese primer comentario en el que nos dimos cuenta de que para muchos no somos más que objetos que pueden sexualizar. Puedo estar casi que segura de que todas o todes los que lleguen a leer esto, tienen al menos en sus recuerdos una historia de acoso, bien sea por un comentario, roce o abuso.

Todo esto lo escribí justo después de llegar a casa, cuando la nostalgia parece fluir de una mayor manera escuchando la voz de Silvana Estrada cantando “Si me matan”. Soy fiel creyente de que ser mujer siempre ha sido una composición difícil, pero divina, en la que he aprendido a validar la digna rabia y a creer en la esperanza, comprendiendo que cada cambio en mi forma de pensar es una pequeña revolución que honra a las mujeres que dieron su vida para que hoy yo pueda estar poniendo esta tinta sobre un papel.

Por: Verónica Luque

Soy oriunda de la ciudad de Popayán y actualmente adelanto mis estudios de Comunicación Social y Periodismo en Unicomfacauca.

La carrera ha sido una aventura fascinante porque todos los días tienes la oportunidad de conocer sobre una gran cantidad de temas y posibilidades, en mi caso, aprendí que muchos de los sentimientos que se tienen pueden seguirse descubriendo y plasmando a través de las letras. Por ello, cuando he tenido la oportunidad, solo puedo escribir desde lo que soy, como mujer, cómo ciudadana y cómo persona sintiente que cree fielmente que el amor sí puede cambiar al mundo.

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